miércoles, noviembre 16, 2005

Quejas

Siempre que viajo en el Sarmiento me asombro de la virulencia con que algunos pasajeros la emprenden contra otros por simples cuestiones casi ingobernables. Que me pisaste, Que fijese dónde pone el bolso que me lo está clavando en la costilla, ¡idiota!, Que no empuje, Que no ve como me pega con su diario en mi cabeza, Que tomese un remis y así. Todo eso mientras se retuercen aplastados como ganado unos encima de otros mezclando sudores y mal aliento ajeno y propio. Se trenzan en discusiones sin sentido con tanta pasión como si estuvieran frente al dueño de TBA. Eso sí, se bancan como señoritos que TBA los plante por horas en el andén, que los hagan viajar como basura humana y tanto más. Y pensaba que finalmente solo nos quejamos de las boludeces y no de las grandes cosas y al fin me hice la idea que somos como esas putas que piden que no las besen en la boca.